La Bella Lima, o la horrible.
Despertamos con la misma mañana,
La triste obligación de trabajar,
El lavado, el cepillo, y el calzado.
Y ya estamos listos para para desafiar,
al mar de motos y carros,
Todos igual deseosos de llegar,
nos convertimos en fieras urbanas.
En una selva de asfalto ya sin reglas
Donde el más osado o el más "audáz",
toma la delantera, sin pensar en quien dejó en carrera.
Y así, comienza nuestra rutina en la Lima la Horrible.
Sin Alcalde o Policía que nos salve,
De los buitres o los despistados transeúntes.
De los que salen sin prisa y transitan en el carril,
Del que si la tiene,
O del que hace varias cosas además de manejar.
Despertamos a la misma mañana,
Todos a la misma hora.
Salimos con el reloj o lejos de él.
Intentando cada vez mejorar nuestra marca.
Pero hay si te encuentras con un semáforo inteligente,
y delante de él, un policía poco inteligente,
que hace poco caso a tu claxon o
a tus reclamos respetuosos,
y algunos gritos, salidos de la frustración
de algún hermano en el dolor y en la prisa.
Ni que se diga del taxista que sube en su huída,
a su pasajero en medio de la pista.
La movilidad escolar que te temeraria te repasa,
con sus niños a medio despertar, cual carga, cual sonaja.
Atraviesan la calle, el semáforo, en ámbar, luego en rojo....
Y al fin salgo a la autopista, mi velocímetro marca cuarenta y
medio, entre frenos, cambios, yo acelero, a cincuenta
Kilómetros no mas, por el que quiere ser prudente
a esta hora en la vía, nos detiene a los que tenemos prisa.
Mientras el ambulante te vende todo a menos precio,
Desde periódicos, cuadros, libros, vídeos, de todos
colores, hasta iguanas camufladas, entreteniendo
la cola de autos, mientras que unos compran, los otros
devuelven el cambio en la otra esquina.
Y solo yo me entretengo a pensar si llegare a las ocho,
como ayer, o suplicare ¡ no me descuenten,
La culpa la tiene el Alcalde...!
Taxis , combis, motos, no tienen paradero,
Paran al azar, sin aviso siquiera.
Todos tienen licencia para matar.
Incautos , transeúntes, ambulantes, escolares,
Se atraviesan sin aviso,
Tienes que estar alerta sino quieres crear un occiso.
El crucero peatonal, no tiene usuarios,
Todos prefieren entre pasar, fuera de sitio,
Correr y atravesar la avenida, y no el puente está bien.
No hay paradero que convenza, la calle toda y a media calle, también.
Retornamos cansados y creemos merecer un tránsito más digno, pero es la misma cojudes,
De ganar auto, a auto, aumento mi estrés.
La hora o más que dejamos en las pistas
Son una menos que robamos a nuestras vidas.
El celular al volante, es parte un todo,
la falta de luces, SOAT, o cinturón de seguridad
es la regla.
Los viernes, sábados manejar con alcohol es una rutina.
Muchos salen de su trabajo o de alguna cantina.
Los demás , zigzagueamos, culebreamos,
si el de adelante, se distrae lo atrasamos.
Hay también el hijo de papá que prueba su WMW
y estimulado o no, sin ley que valga,
te atropella y te desplaza,
De derecha a izquierda gira.
Con su escape a prueba de sordos.
Completan el panorama diario de Lima.
En las noches de viernes o sábado.
Prohibido salir con tu cuatro por cuadro,
Los ases de la PNP, vigilan los carros lujosos de oscuras lunas.
Y te paran sin justificación o necesidad alguna,
a ver si algo no está en regla, y
exigirte la coima. Y abrocharse con sencillo, para fin de semana.
Esta es la Lima, que odiamos a diario,
Y a diario esperamos que mejore .
Tuya, mía, es la ciudad donde sobrevivimos.
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