Febrero veintiuno y siendo ya de mañana.
El sonido apagado
del reloj escondido en mi alma.
La luz que hace una sombra de mi mano,
en la hoja en que escribo y la delimita.
Un sonido...
y otro muy diferente al primero.
que anuncia y que denuncia…
el silencio.
Que se alargan y que fenecen juntos.
Que caminan paso a paso mil pasos.
Hoy que es Febrero y cae veintiuno,
convertirme en pan, ya no es cosa sagrada.
Es simplemente eso...
Que no trasciende.
Que queda estático, pegado a fuerza de tachuelas.
Deseos arrancados al calendario.
Deseos solo deseos y nada más que deseos.
Me paraliza una fuerza, que me ahoga en angustias.
Me invita a quedarme sentado, lloroso,
destruye mi ser.
A mis deseos magnetiza.
A mis ideales los pospone,
a mi cuerpo lo deprime
a mi alma la contrae
a mi pena la hechiza
a mis fuerzas las aguarda.
A mi imbecilidad la concientiza,
la hace pensante, la hace mi núcleo,
mi alma y mi cuerpo
y lo deteriora,
lo interioridad
lo avergüenza
lo plasma en excremento,
en demencia, en males del mundo.
A mi ser que tanto amo, que aún amo.
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