Cuando muera, ya las
palomas habrán partido.
Aquel dulce retoñar
de alegres margaritas...
Aquella palabra hermosa
que solíamos decirnos…
Ah, de aquella hermosa
palabra, llamada Amor.
¿Dónde estará?...
Y donde encontraré
aquí o allá
aquel verso que escribí
aquella, o esa tarde para ti.
Dónde estarán tus libros
que en mis manos se encontraban ya seguros.
Dónde tus rizos que cortaste a mis espaldas.
Dónde hallaré
a quién perdí esa la noche
en las sendas de mi huerto...
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