martes, 13 de agosto de 2019

Soledad, te extrañe hasta que
mis pensamientos se revolotearon dispersos y tristes, atosigadores y retumbantes.
Buscando una luz en mi cerebro. 
Que no palpo aún, en las tinieblas del desencanto.
Camino por las calles de Barcelona, y me encuentro en lo casual de un laberinto de gentes, con miradas extranjeras y una Babel interminable de lenguas que creo algunas entender, más no sé si valga la pena, intentar hacerlo, por que no sirven a mi propósito ni a mi ansiedad de vivir eternamente ...
De sentir.... eternamente...
De dar lógica a la cultura, y a las nuevas modas.
Me resisto a los cambios de las masas...
Me invade el
Miedo de perdernos en la nada.
Me niego a someterme a las verdades de otros...
A la verdad que nos la cuentan.
Por eso, esta soledad, introspectiva del ayer y de mañana... me pone en el dilema del “adónde vamos...”

Acabo no más de hablar de fascismo, de atropellos de los derechos humanos, de los presos políticos de la izquierda de aquí, que está ciega de los sucesos de la América Latina del frente y me digo, no acaso este libreto lo escuche en la otra esquina.
Es que la derecha tiene que ser facista y la izquierda de Fidel o de Ortega.
No es que las masas somos románticas y los lideres de derecha, centro e izquierda nos utilizan, dándonos sentido a nuestras soledades.
Andamos caminando como hoy yo,  buscando una puerta abierta, un cariño y un pan de fraternidad, entre la gente que en estampida cual San Fermín, pasa delante tuyo,
Inocente del peligro de vivir de irrealidades creadas por otros para darnos sentido a nuestras existencias.
En nuestra naturaleza está la respuesta a lo que hoy contemplamos como realidad.
No hemos evolucionado lo suficiente, para ser fraternos, para ser solidarios, para dejar de ser mezquinos y ladrones, hipnotizadores de pueblos enteros, hoy les esperan las cárceles del pueblo por las mentiras e infamias con las que nos gobernaron.

Queda a las generaciones lúcidas y no a las otras, alienadas y perdidas en sus dilemas,  a trazar caminos nuevos, limpios y claros, que nos lleven a un buen comienzo.

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