martes, 13 de agosto de 2019

¿ Me podrás decir que es un hijo? , acaso quizá mencionar, cosas que yo no me atrevería a hablar o ha definir, sin quedarme en el más absoluto de los silencios, rememorando el más grande de todo los proyectos, que me llegan a la memoria con exquisita fidelidad... sus primeros llantos, sonrisas y desvelos, 
sus primeras gripes, fiebres y dolores, que no fueron ajenos.
Me permitís que recuerde cuánto los deseamos, cuando ya henchido el abdomen, asomaban partes de sus miembros, y los acariciábamos untando cremas con música clásica, para despertar ya de niños su humanidad, aprecio y gratitud.
Y al recibirlos al nacer, criaturas tan milagrosas y tan frágiles son, absolutamente dependientes del cuidado nuestro y de nuestro amor.
Bebieron el néctar lácteo de una mama turgente y amable, que les mantuvo de alimento, calor y caricias.

¿Que es un hijo?
Es una parte o el todo de nosotros, puesta con dulzura por Dios y la naturaleza,
para que olvidemos nuestra corta existencia.

¿ Saben cuantos globos inflamos, cuantas cometas volaron?, por el puro amor de presentarles lo mejor que se pudiera de la vida.
Cuantas tareas fueron hechas a doble o triple recuadro.
Cuantas noches desveladas desde que fueron niños a más grandes.
Cuantas emociones bellas, nos trajeron, cuantos dolores 
con ellos, a nuestras almas sobrecogieron.
Y verlos cantar, jugar, declamar acaso no fue lo más precioso del mundo.
¿ Acaso sus enfermedades los sufrieron solos?, fueron con ellos  que sucumbimos y enfermamos.
Nos quedamos en hospitales para sanarlos, cuantos rezos se hicieron por sus almas y por sus cuerpos.
Por su bienestar espiritual pasamos ritos religiosos que apartaran los demonios, y si los castigamos, a veces también sufrimos, por nuestros excesos involuntarios propios de nuestra imperfectible humanidad.

Los vemos crecer, y a veces ya crecieron de pronto a nuestro lado, en un instante, estando absortos en el trabajo intentando darles más de todo, sacrificando ese tiempo valioso, solo ilusión perseguimos a tan denodado esfuerzo.
De pronto las premonitorias conductas señalan que llegó la pubertad y la adolescencia, y los padres perfectos que creíamos ser, a la luz de su razonamiento desvanece.
Ese precioso ser carne de tu carne, te desmiente y te dice que eres un anticuado, que la modernidad te pasó la factura, que les avergüenza tu presencia..
! Que quieren ser libres!inestables, inmaduros e irresponsables.
Que su privacidad es su derecho, y la verdad que nos debían, ! qué!
Ocultando a tus ojos siguiendo vicios etéreos...

Y te preguntas si son los hijos que criaste y amamantaste.

Sin sabores y noches de amanecida, esperando a tu filio, “pa protegerlo...”
Y para él eres su guardián, el viejo que le poda sus ramas, que le corta sus alas.

Ellos deciden sus destinos, con premura y casi corriendo, motivado por los años de juventud.
Conocemos esa realidad, tan de cerca.
Muchos hijos cayeron para no volver a levantarse más, perdiendo su dignidad, sus valores, ensuciando cuerpo y alma , donde uno no pueda verlos.

Algunos, solo algunos, son hijos que escuchan y deciden que tú puedas ser la catapulta de su destino.

En la madurez y la ancianidad acaso si visito al viejo o a la vieja, profesión me dieron por que fue su deber hacerlo.
Lejos de casa, vuelo, vivo, muero.

Solo unos pocos devuelven en vida, los cariños, urgencias, desvelos.
La mayoría nos morimos solos, cuando somos abuelos.

Me podrán decir que es un hijo, yo lo fui,  y si acaso ya no están mis padres espero haber sido el hijo que no les falté, que dolores no infligí, que caricias mías no les dejé de dar, y  que oraciones para ellos siempre pronunciaré...
Y cuando llegue el gran momento me fundiré en su regazo y con su espíritu para descansar eternamente, en paz.

Aún algunos nos falta terminar de ser padres, algunos de ser hijos.
No olvidemos estas palabras...

aún estamos a tiempo de cambiar y ser hombres e hijos nuevos.

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