martes, 13 de agosto de 2019

En tus huesos ancianos hoy, descanzó mi
cuerpecillo del niño, de ayer.
Aquella  persona toda amor,
 de brazos atentos y mirada incansable, arrulló sin horario, sin día , sin noche, mis sueños primeros.
Asumiendo con ternura santa sus desvelos.

Me doblo en cuclillas y casi de rodillas
Me miro en tus ojos, rememorando el día que partiste hacia los cielos, con tu mirada de niña asustada, te fuiste de sonrisa dolorosa despidiendose esta vida, te contuve con mis manos y con mis dedos acaricie tu cano cabello, tu frente
dulcemente enjuta por los besos del tiempo.
Mis ojos ojerosos se dolian a lágrimas al dejarte partir; mientras tus manos tocaron mi alma una vez más, como toda la vida  dandome; amor de madre..
En tí madre eterna, me forjé como la espada,
de justiciero filo me emsable, el temple de humanidad, se mezcla al dulce acero, tierno
y constante en el tiempo.
Espero con ansias volver a estecharte y verte
rejuvenecida en los cielos,
dulce madre ,
me enterneceré en tu pecho.
Descansaré y exalaré al infinito mi espiración
final plenamente sentida,
fundido en tus células y a tu genoma,
acurucado al origen y a los ojos que me vieron

nacer, viviré muy junto a tí, en paz eternamente.

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