Para que me adormezco
saboreando el néctar de tu
fragancia de liz, de tu aroma de
jazmines solitarios y amantes.
Para que quiero tus palabras,
tu presencia, para qué tu imagen cercana
que revive mi amor y mi dolor.
Si te tengo discreta, si te tengo incompleta.
Si no puedo controlar a quien darás tu amor esta tarde.
A quien quedarás amando por miles de cielos y lunas.
Entonces para que me muero por tí, si no te alcanzo. Si toco tu corazón
con solo ternura. Si comprensible preocupación y gran cariño
es lo que produzco en tī.
Para que me hundo en el cieno tan gris de los imposibles.
Otra vez la vida juega su rol de sarcasmo, y de burla, y me sitúa
en el laberinto encantado, de la desiciones, con acertijos cambiantes
e imposibles como tu amor.
Para que entonces amar...
Para que la ilusión...
Para que...
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