miércoles, 19 de agosto de 2015

Hijita de mis alegrías.
Tierna y puro amor desde tu infancia.
Madura y radiante  como un sol,
bella como un botón de rosa a penas nacido,
Como una gota de rocío, siempre alimentándonos de tibieza.
Sin embargo en el transcurrir de la vida creo yo
te consideré autosuficiente...

Recuerdo tus llamadas de atención
a nuestras conciencias a pesar de tus cortos años.
Recuerdo tus proezas de inteligencia, tu inicio de tu lenguaje,
tan exacto y elevado para tu edad.
Tus bromas y sarcasmos actuales, tus humor fino y sutil.
Tus lagrimas prontas ante cualquier adversidad...

Recuerdo tus abrazos a la distancia...

Hoy y más que nunca, a pesar que se pasaron los años,
Siento la necesidad de pedirte un perdón
Por mis faltas de padre, mis ausencias, en tu primera infancia.
Por mi negligente creencia de tu autosuficiencia.
Por eso, hoy, y desde tu pubertad soy más amor.
Intento ser más cercano, más padre, más amigo...
Por eso mi niña que la realidad de los días no absorba, no te cambien.
Nunca declines ante la existencia del amor, de la familia,
de Dios, y de la solidaridad de los unos con los otros.
Hoy que cumples tus quince años...
Créeme que la única verdad que encontré con los años
y que te dejo es que nunca te olvides que naciste por que así lo quisimos.
Y que nunca pierdas la perspectiva del Amor en toda su dimensión.
Lo que son tus orígenes y tu flamante futuro deberá siempre estar regido
por tan vital sentimiento, ablandando tu corazón cada mañana,
cada despertar, cada recuerdo cuando él que está, ya no estará...

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