Desde México .
Esposa mía…
Estoy esperando que el tiempo me diga que dos años pasaron y estoy de vuelta.
Envuelto tan solo de recuerdos de mi celda.
Y de noches en soledad completa.
Estoy esperando que el tiempo
se acuerde de mi súplica cotidiana de volver a la vida.
Que detenga mi organismo, en piel y en canas.
Para no desperdiciar mis años tuyos.
En monótonos minutos y en horas mundanas.
Sin embargo tu espejo ¿qué me miras?
Cotidiano es tu reflejo que me indica que robé dos años de mi vida,
a ustedes, familia mía.
Amada mía…
Te cuento que conocí una parte de la vida,
en que el tiempo lentamente esta que gira y cómo el organismo cual animal responde.
A este experimento cruel.
A este claustrum eterno. A este hambre cotidiana. Esperando la limosna enviada.
Para saciar mí sed, mi hambre, y para aumentar mis culpas,
de deber y deber, además a las otras que me niego aceptar.
Que venga ya la mañana de luz y paz,
de comodidad precisa, de amor y de hogar.
De besos de esposa enamorada.
De caricias de mis hijos y de la amada.
De un olor muy familiar a tierra peruana…
Esposa mía, amada mía.
Amor puro amor, aun en la distancia,
en la melancolía.
Tesoro mío y solo mío,
aun siento a mil kilómetros tus palabras de amor en mis oídos.
Cuantas caricias me esperan
luego que mi amor llegue a tu puerto húmedo y tibio deseoso de mi.
Cuantas horas de dicha inmensa, cuantos abrazos, cuantos besos.
Cuanto tiempo invertiremos.
Para amarnos, más que nunca.
Más que siempre.
Es un día cualquiera hoy de mayo.
Es un día de espera del pronto existir.
Te amo amada mía.
Por tu apoyo a mi causa, a nuestra causa.
Por creer en mí con mis defectos y mis errores.
Te amo esposa mía.
Por tu amor, tu calor, tu confianza, tu pasión.
Extraño tus besos, tus labios.
El tocar tus dientes blancos con mi alma traviesa.
Tu cuerpo de exquisito de tibieza.
Los gritos de los niños ahí a fuera…
Extraño todo lo que signifique peruanidad.
Nuestra casa, nuestro lecho, nuestro hogar.