Que medida ésta, la que me das.
La calculo por tus gestos y la distancia de tus afectos.
La Encuentro innavegable en el mar donde te hallas,
En Donde posas tus encantos distantes,
Donde nuestros ríos recorren distraídos uno del otro.
Que medida ésta la que me quema.
La siento inflamable mente eterna.
Cual vela que gotea sobre mi piel,
sin extinguir el dolor obtenido y escondido en mi alma.
Que medida de amor, la que me ofreces.
De solo amistad y ternura fraterna.
De recordarme mi valor, y sitúas ajena a mi vida, a tus caricias.
Que medida de eternidad la que me asignas.
De oscuridad total, de abismos delirantes,
De soledad acompañada ,
De promesas nunca ciertas.
Que medida de ingenuidad hoy representas.
Que mis miradas delatadoras las ignoras.
Como un dulce cervatillo te presentas
A la trampa de mis brazos y mis versos.
Y siendo yo el cazador, te dejo vivir silvestremente.
Comiendo de la hoja que está verde y en el
agua de rocío, sacío tu sed.
En este mi bosque de Sueños Encantados, te alimento,
Te imagino, te creo mil veces en cada sueño.
Y mil veces yo me muero.
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