jueves, 2 de abril de 2015

Donde están mis ojos,
Acaso siguiendo a los vientos de otoño.
Divisando tristezas, en callejuelas traviesas.
Llorando miserias que nos muestra la sierra.
Donde están mis ojos,
Vigilando las manos que esclavizan tus sueños.
Recorriendo una a una, con furtiva mirada
las casas de amigos, los caminos escondidos,
los sauces encorvados, que lloran sus hojas
sobre el maizal campesino, donde
acaso despierto, divisé las colinas,
de mi Valle de Urubamba.
Acaso sabes donde están mis labios?
En un beso volado se detuvo en el tiempo?
En la frente sapiente, de mi madre o mi padre.
En un cántaro de vid, o de chicha recién melada.
Quizá estén voceando consuelos, a los ríos eternos,
a las bocas besadas, o los besos sinceros.
Donde están mis labios...
Hoy secos y sedientos, bajo el sol abríleño.
Esperando ser saciados, por aguas cristalinas,
de manantiales cusqueños.
Donde están mis manos.
Quizá posándose como inquietas gaviotas
En la orilla de tus lugares, y de tus cabellos.
Deseando volar al infinito antes de tocar,
Acariciar y palmear, el trayecto tan esbelto
De tu cuerpo, de sol y de fuego.
Donde están mis manos,
Cansadas de producir, en la fabrica de la vida,
trabajando horas eternas.
Laborando sin espacio, agotadas y solas se quejan.
Hipertrofiadas por su destino fabril,
Esperan ser alzadas y puestas en el altar de la justicia.
Donde están mis pasos, que recorrieron mil espacios,
A mil kilómetros de aquí están aún sus huellas.
Subieron cerros buscando aventura,
Se mojaron en la orilla de la azul costanera.
Viajaron distancias, esperaron momentos,
Corrieron de prisa, se quedaron estáticos.
Donde están mis pasos, en que pasillo dejaron.
El eco de su presencia, física y musical.
Quizá en alguna casa o en un vacío hospital.
En alguna marcha gremial,
por el centro de Lima.
O en un paseo de ocio y ventura,
Caminando paso a paso, mil cansados pasos.
Esperando la dicha, del verdadero descanso.

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