domingo, 25 de noviembre de 2018

Los poemas son momentos.
Son estancias en el tiempo...

Fuentes de agua que bebí a sorbos grandes.
Aguas que corrieron entre mis dedos
Negando la perpetuidad del amor.

Los poemas son remembranzas
Ramos de ansiedades y nostalgias escogidas
para santificar el espiritu,
buscando el dolor del alma.
Y quiza la justificación de existir.

Los trazos de los poemas se dibujan en versos.
Cada verso nace como un niño,
grita por hambre, duerme y respira, como un niño, despierta y  queda en vigilia, como un niño.
Puede ser travieso, en sí, o serlo en su desarrollo. Es sincero y no pretende ofender.
Es genuino y busca la armonia.
Busca con ansia la belleza, de su semántica.
En su sintaxis aspira originalidad.
En su cadencia, se mueve...
En su ritmo, se agita y anhela con llegar al clímax de lo perfecto.

Una y otra vez, se escriben sus letras,
Se cambian las palabras
hasta que signifiquen lo correcto.
Se repiten los fonemas buscando la rima.
Oyendo los ecos de una sonata se plasman de tinta, sobre la blanquecina celulosa que lo espera.

El poema es una dimensión métrica y temporal
del pensamiento, de una emoción, de un sentimiento, por tanto es multidimensional.
Un verso, un cuarteto, una estrofa,
son medidas unidimesionales de un universo
que esta en todas partes.

Un verso, es como un beso...
Directo y certero, se escribe,
tierno y voluptuoso se percibe.
Húmedo, tibio y travieso, se concibe.
Terso, llameante y  esquivo puede serlo.

Un poema es como un romance,
da tiempo,  cadencioso se desarrolla.
Nace, vive y muere,
Resucita al ser leido, y deja una historia para el pasado.
Un poema es como un hijo
no lo puedes negar,
ni dejar de reconocerlo,
por que nace
de tu misma conciencia
y es la esencia  misma de uno.

sábado, 17 de noviembre de 2018

¿Alguien te  ha amado ?
¿Sabes lo que es el amor?
O solo vivís por la inercia del ser,
humana, madre, hermana, mujer.

Conociste la gloria de amar...
La pasión de sentir...
La reflexión de existir...
¿La nostalgia del amante ?

Los celos... benditos celos...
¿Sabes que es añorar, a quien no está?
A quien nunca estará...

Acaso morirás sin que nadie te devele el amor.
No el de costumbre, ni de favor,
No  el de conveniencia ni el de perdón.

Estoy hablando del genuino, del distinto,
del que hizo pecar a Eva,  a Magdalena,
a  Penélope o a Julieta.
Te hablo de la madre del cordero.
Que de lo inerte, te da la vida,
De lo que desconoces, y te mantienes pasiva, enquistada, en tu zona de conford.

Dime:
¿Amáste a alguién, lloráste acaso su ausencia?
O solo rodaste como la noria gira, siguiendo su costumbre cinemática.
Sin dolor, sin valor, sin amor.

¿Buscas la pureza de esta vida,
y te niegas al amor?
¡Dejas tu alma atrapada y reprimida,
y prefieres seguir a la razón?

Conoces por lo que cuentan,
y vives suspendida en tu sueños,
ya que el tiempo del amor terminó para tí.
A caso vives de las migajas
guardadas del pasado,
de un beso que no fue dado.
Negándote la oportunidad de aprender la real experiencia de  amar con pasión.

Escucha, escucha...
No a mí,
Escucha al amor.
Aquella hoja caída que de onfálica
rama terminó desprendida.
Tornasolada y olvidada.
Con los vientos fue llevada.
Sin distingos de razones.
Sin dolor de corazones.
Va allí, vuela allá...
Cayendo en sideral hipérbola ondulada .
Unas veces amada, cuando el árbol
de la rama por ella respiraba.
Ahora sentenciada a morir sin alimento
 y disolverse poco a poco con el tiempo, en la nada.
Aquella hoja pérdida, por su orgullo, desprendida.
La mueve la brisa para allá a la deriva,
Balanceándose en una vorágine gravitatoria,
Va para allí nostálgicamente confundida,
se pierde deprimida
en natural vegetal desidia...
Secándose a los rayos otoñales,
de un sol que apenas la acaricia
y la despide de la vida.