La noche buena.
Hoy se sirve la mesa, lo propio se hace con champange ,
A sorbos grandes he querido terminar esa copa,
Y olvidarme de aquellas navidades, de mi infancia, tan perfectas,
yo corriendo en la sala, con mis pasos de cinco años, en patio
de la casa, o debajo de la misma mesa donde mi padre, en sus
momentos más notables rememora sus aventuras de niño,
Lo oigo hablar y su voz es ternura, cadenciosamente resbalan los sonidos
por sus labios, de cuánto en cuanto, se queda en silencio, mirando al vacío.
Y sus mensajes me llenan de tristeza , siempre que recuerda lo pobre que era...
Lo feliz que también era...
Mi madre llora en un recodo, siempre en el mismo veinticinco de todos los años.
Recuerda posiblemente también su casa y a los hermanos que ya partieron.
Nosotros la vemos distante, y molestos porque no disfruta el momento,
con su actual familia, con nosotros , mi padre y mis hermanas.
No sé por qué se queda en el dolor que le trae el pasado.
Los regalos, están ahí, los abro con ímpetu, hasta descubrir
el juguete soñado,escrito en una carta a Santa,
visto en el escaparate de una tienda, una semana antes.
La cena está fría y aún así vivo intensamente mi Navidad, de magia, de familia.
Años después yo mismo imite a mi madre,
solo y lejos de los míos...
Para que no noten mis angustias, me escabullo en la oscuridad de una habitación,
solo en el mundo, sin mis padres queridos,
tanta perdida, que trago mi dolor,
pues los hombres no lloran,
solo caen las lagrimas no consentidas, sobre mis mejillas,
añorando la tibieza de esos recuerdos ,
extrañarlos tanto Padres míos,no dudando nunca volverlos a ver algún día,
para revivir los momentos en vuestro regazo.
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