miércoles, 21 de octubre de 2015

Vuelvo a tí, sediento de alegrias.
Deseando un nuevo amanecer,
otro nuevo comienzo.
Me reencontré con la bella mujer de la
que un día me enamoré...
Y la encontré amándome...
La encontré esperándome...
 y eso me hizo fuerte.
La encontré perdonándome y eso
la convirtió en santa.

Desaté las ataduras de mis sentimientos
y mi dolor quedó expuesto frente tus ojos,
lloré como un niño mi dolor de hombre.
En un solo momento mis lágrimas se fundieron
en tus manos, que sin más demora acudieron
 presurosas a calmar mi aflicción.
Han pasado veinte años con nosotros, y aun me perdonas
Aun yo te perdono...
El amor que un día nace nunca muere...
Siempre hay un leño que aún guarda ese fuego que es eterno.
Y que solo necesita la concurrencia
de dos almas amantes y dispuestas a intentar tercamente porque no existe otro camino y solo de pensarlo me vienen las ganas de conocerte de nuevo otra vez...

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